Puede parecernos algo "natural" y auto-evidente la forma en que se dividen las tareas hombres y mujeres, por ejemplo, pero lo cierto es que la oposición que existe entre lo masculino y lo femenino - la división entre los sexos- es algo construido socialmente. Los roles que encarna cada uno en la sociedad están determinados por la cultura en la que hombres y mujeres se insertan.
Por ejemplo, podemos pensar que no son iguales los roles sociales atribuidos a una mujer campesina del siglo XIX, en el este de Europa, que a una mujer contemporánea que vive en la ciudad de Buenos Aires.
Y, en efecto, de eso se trata el análisis de los roles de género: de conocer qué papeles son atribuidos socialmente a la mujer y al hombre en un momento histórico y en un lugar determinados.
Ahora bien, el reparto de bienes culturales y roles sociales que se hizo tradicionalmente entre hombres y mujeres no fue equitativo, no fue justo, sino que fue más bien algo arbitrario y desigual. Esa "diferencia desigualada" aún hoy se sigue expresando en muchos aspectos de nuestra cultura. Y esto se debe a que esta taxonomía de género no es un hecho fortuito sino que es una consecuencia de las relaciones sociales de dominio y explotación que se han instituido entre los sexos a lo largo de la historia.
Con respecto a esto Pierre Bourdieu dice: "Así, habiendo recibido en el reparto lo pequeño, lo cotidiano, lo curvo (...) [las mujeres se vieron] relegadas a las preocupaciones vulgares de la gestión cotidiana de la economía doméstica (...)" [2] Y continúa...
"Al estar clasificadas por la taxonomía oficial del lado de lo interior, lo húmedo, lo bajo, lo curvo, lo continuo, las mujeres ven cómo se les atribuyen todas las tareas domésticas, es decir, privadas y ocultas, o dicho de otro modo, invisibles o vergonzosas, como el cuidado de los niños y los animales (...)" [2]
DETERMINANTES ECONOMICOS
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